La carencia política como revolución

La carencia política como revolución, Ulrich Beck

El globalismo es un virus mental que se ha instalado en el interior de todos los partidos, de todas las redacciones, de todas las instituciones. Su dogma no es que se haya de actuar económicamente, sino que todo —política, economía, cultura— ha de supeditarse al primado de la economía. En este aspecto el globalismo neoliberal se parece a su enemigo mortal, el marxismo. En realidad es el renacimiento del marxismo como ideología de gestión. Por así decirlo, es la New Age económica. Es una especie de movimiento de alerta cuyos prosélitos y profetas, aunque no distribuyen folletos a las puertas de las salidas del metro, sí que predican la salvación del mundo por d espíritu del mercado.
Es una especie de movimiento de alerta cuyos prosélitos y profetas, aunque no distribuyen folletos a las puertas de las salidas del metro, sí que predican la salvación del mundo por el espíritu del mercado.
El globalismo neoliberal es una acción altamente política que, en cambio, se presenta de manera totalmente apolítica. ¡Carencia de política como revolución! Esa ideología defiende que no se trata de intervenir sino de seguir las leyes del mercado mundial que, lamentablemente, obligan a minimizar el Estado (social) y la democracia.
Se equivoca quien crea que la globalización exige la aplicación de las leyes del mercado mundial de una determinada manera. La globalización económica no es ningún mecanismo ni automatismo, sino que es, cada vez más, un proyecto político, cuyos agentes trasnacionales instituciones y convergencias en el discurso (Banco Mundial, OMC, OCDE, empresas multinacionales, así como otras organizaciones internacionales) fomentan la política económica neoliberal.
Así, pues, la cuestión es: ¿quiénes son los agentes del globalismo neoliberal? ¿Cuáles son las alternativas políticas? ¿Quién configura —y quién no— el orden mundial de la competencia tal y como lo hacen los tratados y organizaciones internacionales (por ejemplo, en el marco de la OMC)? ¿Entran en consideración ahí los niveles medios de producción y trabajo que respetan al hombre en los aspectos social y ecológico? ¿En términos declaratorios o como reales estímulos? ¿Qué influencia tiene ahí la política, tanto la nacional cuanto la propia de la UE? ¿Qué influencia tiene la política económica exterior de la UE? ¿Cuáles son las políticas de desarrollo y agraria? ¿Quiénes son los perdedores en la globalización? ¿Cuáles son las previsiones de futuro de los modelos para el mercado de trabajo en el interior de y entre los países europeos? ¿Cómo se debe regular la competencia con los países fronterizos del sur y del este, así como entre los países-regiones de Europa? ¿Quién invierte y dónde? ¿Cómo se mueven los flujos de capital? ¿Qué influencia en todos estos procesos puede, podría y debería desplegar la política (trans)nacional? Finalmente, ¿cómo puede sustituirse por la política el fantasma del globalismo?
Ahora ya está claro que a los grupos de perdedores en la globalización, que van en aumento, les falla la percepción política. Ningún parrido, ni en EE.UU ni en Europa, ha comprendido, por ejemplo, la magnitud que ha adquirido la inseguridad económica privada en la vida de los empleados en el centro del espectro político aparece un agujero enorme. Esos perdedores por la globalización, actuales o potenciales, estén simados en niveles medios o elevados de la jerarquía profesional, ya no luchan por más descanso y mejor salario, ni por garantías de seguridad en su bienestar más o menos reducido. Se consideran engañados y abandonados no sólo por la política “de derechas” puesto que la globalización la favorece, sino también por los programas “de izquierdas”. Pues gente que cerne por su futuro económico, según argumenta Edward Luttwak, no necesita de ningún partido político “que pretenda disminuir aún más las ganancias inseguras para ayudar así a los que no trabajan”.

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La carencia política como revolución, de Ulrich Beck, es un apartado tomado de: Qué es la globalización. Falacias del globalismo, respuestas a la globalización, Paidós, Barcelona, 2008.