Amantes que se brindan a los placeres de Afrodita, que desean encontrar la mirada perdida que provoca la dulce sensación del orgasmo. Hombres y mujeres que ponen en práctica cada una de sus mejores técnicas amatorias. Amantes sin prejuicios y sin presunciones que desnudan su alma amándose a cada momento y en todas partes, estos seres son los personajes que protagonizan los relatos en Delta de Venus, de Anaïs Nin.
Las historias se ambientan en París y atraviesan diversos estilos, desde el thriller a la comedia, donde el deseo sexual femenino no necesariamente busca una relación amorosa o romántica, sino más bien se rinde al puro placer físico.
La colección de estos relatos fue escrita durante la década de 1940 para un cliente privado, a quien simplemente se le conoció como “El coleccionista”, mismo que tuvo una petición clara: “déjese de poesía y céntrese en el sexo”. Entre estos escritores se encontraban: Henry Miller, George Barker y Anaïs Nin.
El vasco y Bijou, El aventurero húngaro, Mathilde, El internado, El anillo, Mallorca, Artistas y modelos, Lilith, La mujer del velo y Elena son las historias que conforman esta antología de relatos eróticos publicados hasta 1970, cuando la misma autora se dio cuenta de que a pesar de lo distante con sus obras y del objetivo explícito del encargo, su voz era clara y latente en cada línea de estas historias.
Debido a la liberación sexual en las últimas décadas el género literario erótico ha tenido una gran aceptación, y las librerías tienen llenos los estantes con este material; sin embargo, Delta de Venus lejos de ofrecer el cliché de historias donde la mujer es tratada como un objeto por un hombre dominante, Anaïs Nin ofrece una forma alterna y sincera del mundo erótico y no el simple encuentro sexual.
Delta de Venus es más que la clásica obra erótica promocionada por el marketing literario, pues estos relatos literarios tienen esa característica que hace que el lector esté al filo del orgasmo.
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| Delta de Venus, Anaïs Nin. |
Las historias se ambientan en París y atraviesan diversos estilos, desde el thriller a la comedia, donde el deseo sexual femenino no necesariamente busca una relación amorosa o romántica, sino más bien se rinde al puro placer físico.
La colección de estos relatos fue escrita durante la década de 1940 para un cliente privado, a quien simplemente se le conoció como “El coleccionista”, mismo que tuvo una petición clara: “déjese de poesía y céntrese en el sexo”. Entre estos escritores se encontraban: Henry Miller, George Barker y Anaïs Nin.
El vasco y Bijou, El aventurero húngaro, Mathilde, El internado, El anillo, Mallorca, Artistas y modelos, Lilith, La mujer del velo y Elena son las historias que conforman esta antología de relatos eróticos publicados hasta 1970, cuando la misma autora se dio cuenta de que a pesar de lo distante con sus obras y del objetivo explícito del encargo, su voz era clara y latente en cada línea de estas historias.
Brevedad sobre Anaïs Nin
Ángela Anaïs Juana Antolina Rosa Edelmira Nin Culmell, mejor conocida como Anaïs Nin, es considerada una de las pioneras y una de las principales representantes de la literatura erótica femenina. Incluso su estilo es una de las bases dentro del cine erótico-porno para mujeres. Anaïs nació en Neuilly-sur-Seine, Francia, el 21 de febrero de 1903, sus padres son cubanos de ascendencia española y francesa. Posteriormente, se nacionalizó estadounidense. Vivió y trabajó en París, Nueva York y Los Ángeles, ciudad donde falleció el 14 de enero de 1977.Qué es la literatura erótica, según Anaïs Nin
A continuación dejamos el Post Scriptum (editado) de Anaïs Nin que viene en Delta de Venus, de la séptima edición de la editorial Bruguera, 1983; y que contiene su visión sobre el género literario erótico.
Me di cuenta de que durante siglos habíamos tenido un solo modelo para el género literario erótico: los textos de autores masculinos. Yo era ya consciente de que existía una diferencia entre el tratamiento dado a la experiencia sexual por los hombres y por las mujeres.
Cuando escribía en unos de mis diarios experimentaba el sentimiento de que la caja de Pandora contenía los misterios de la sensualidad femenina, tan distinta de la masculina, que el lenguaje del hombre no resultaba adecuado para describirla.
Creía que las mujeres eran más aptas para fundir el sexo con la emoción y con el amor, y para escoger a un hombre antes que caer en la promiscuidad. Me di cuenta cuando escribí mis novelas y el Diario, y aún lo vi más claro cuando empecé a dar clases. Pero aunque la actitud de las mujeres hacia el sexo fuera por completo distinta de la masculina, aún no hemos aprendido a escribir sobre el tema.
Estos relatos eróticos (Delta de venus) los escribí para entretener, bajo la presión de un cliente que me pedía que "me dejara de poesía". Creí que mi estilo derivaba de una lectura de obras debidas a hombres, y por esta razón sentí durante mucho tiempo que había comprometido mi yo femenino. Olvidé estos relatos. Releyéndolos muchos años más tarde, me doy cuenta de que mi propia voz no quedó ahogada por completo. En numerosos pasajes estaba utilizando intuitivamente un lenguaje de mujer, viendo la experiencia sexual desde la perspectiva femenina.
Me di cuenta de que durante siglos habíamos tenido un solo modelo para el género literario erótico: los textos de autores masculinos. Yo era ya consciente de que existía una diferencia entre el tratamiento dado a la experiencia sexual por los hombres y por las mujeres.
Cuando escribía en unos de mis diarios experimentaba el sentimiento de que la caja de Pandora contenía los misterios de la sensualidad femenina, tan distinta de la masculina, que el lenguaje del hombre no resultaba adecuado para describirla.
Creía que las mujeres eran más aptas para fundir el sexo con la emoción y con el amor, y para escoger a un hombre antes que caer en la promiscuidad. Me di cuenta cuando escribí mis novelas y el Diario, y aún lo vi más claro cuando empecé a dar clases. Pero aunque la actitud de las mujeres hacia el sexo fuera por completo distinta de la masculina, aún no hemos aprendido a escribir sobre el tema.
Estos relatos eróticos (Delta de venus) los escribí para entretener, bajo la presión de un cliente que me pedía que "me dejara de poesía". Creí que mi estilo derivaba de una lectura de obras debidas a hombres, y por esta razón sentí durante mucho tiempo que había comprometido mi yo femenino. Olvidé estos relatos. Releyéndolos muchos años más tarde, me doy cuenta de que mi propia voz no quedó ahogada por completo. En numerosos pasajes estaba utilizando intuitivamente un lenguaje de mujer, viendo la experiencia sexual desde la perspectiva femenina.
Anaïs Nin, Los Angeles, septiembre de 1976.
“El sexo pierde todo su poder y su magia cuando se hace explícito, mecánico, exagerado; cuando se convierte en una obsesión maquinal. Se vuelve aburrido”.
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| Anaïs Nin, escritora, una de las escritora en literatura erótica. |
Debido a la liberación sexual en las últimas décadas el género literario erótico ha tenido una gran aceptación, y las librerías tienen llenos los estantes con este material; sin embargo, Delta de Venus lejos de ofrecer el cliché de historias donde la mujer es tratada como un objeto por un hombre dominante, Anaïs Nin ofrece una forma alterna y sincera del mundo erótico y no el simple encuentro sexual.
Delta de Venus es más que la clásica obra erótica promocionada por el marketing literario, pues estos relatos literarios tienen esa característica que hace que el lector esté al filo del orgasmo.
---- De la redacción, Apóstrofe.