Tenochtitlan, una ciudad que se transformó radicalmente hace ya 500 años. En las apologías se habla de la superioridad española. Desde los vencidos, se llora la caída de una gran civilización. El caso es que a la luz del presente, para los habitantes de la metrópoli mestiza sigue siendo un misterio y fuente inagotable de asombros.
Sin duda, Tenochtitlan es un libro que de inicio a fin atrapa al lector interesado en los temas históricos, y en particular de México y de las culturas que florecieron en el Valle de Anáhuac antes de la llegada de los españoles.
Eduardo Matos Moctezuma da una mirada sucinta de la ciudad de Tenochtitlan, su gente, los orígenes y la caída del imperio azteca el 13 de agosto de 1521.
Tenochtitlan, la ciudad de los mexicas se fundó aproximadamente en 1325 con una fuerte influencia de las culturas tolteca y teotihuacana. Todo un viaje mítico, el pueblo de las garzas, Aztlán, se pierde en la oscuridad del pasado remoto. Un viaje que aún hoy carga con muchas contradicciones sin resolver.
Historia que, tal y como otras en el mundo, fue incorporando diversas influencias a lo largo de su peregrinar. La misión unificadora tomó forma cuando encontraron la señal: "ahí donde el águila, postrada sobre un nopal devora a una serpiente".
El destino de los aztecas pasa por el sometimiento a Tula y Azcapotzalco. Luego de la formación de la Triple Alianza (Texcoco, Tacuba y Tenochtitlan) despega para convertirse en la cultura mesoamericana dominante anterior al arribo de los europeos.
Sí, cruento dominio sobre sus vecinos que debían pagar grandes y dolorosos tributos (acaso a la manera de cualquier otra civilización guerrera). A pesar de que Matos Moctezuma dice que el concepto de esclavitud es distinto al europeo, no deja de ser terrible y hasta abominable por los sacrificios humanos.
Un capítulo muy interesante es el que se refiere a la construcción mítica de Tenochtitlan. Una construcción simbólica del universo en planos superiores e inferiores. Con feroces batallas entre hermanos para consolidar el poder. Los dioses, primero hombres y luego divinidades dieron cohesión a un pueblo que incorporó muchas enseñanzas.
Con escasas pero importantes fuentes de información, el autor da cuenta de la vida cotidiana de los aztecas. Asombra el orden en el comercio, el trazo de las avenidas y las casas de sus habitantes. Esa cotidianidad donde la vida religiosa impregna profundamente a la gente. Acaso sin mucho margen de movilidad se trata de una sociedad estratificada.
Matos Moctezuma da cuenta de la complejidad cotidiana, la formación de la familia y la protección en los barrios o calpullis, la creatividad de sus artesanos y el talento de los artistas ha quedado para la posteridad en crónicas y ejemplos de su trabajo. No lo deseable, si lo suficiente para admirar un sentido del orden que desde occidente es muy criticado pero que a decir del autor en su contexto fue trascendente.
Y, finalmente, el 8 de noviembre de 1519 entran los españoles por la calzada de Iztapalapa. Son bien recibidos pero les advierten que luego de un tiempo deben volver al lugar de donde vienen. Eran tiempos difíciles, con malos augurios y mucho resentimiento por parte de los pueblos sometidos. El fin estaba escrito y nada pudo detenerlo.
A 500 años de la transformación radical de Tenochtitlan, hoy se tienen nuevas evidencias y planteamientos del orden fundacional. Sirva pues este libro como un referente de una ciudad en continuo movimiento.
Tenochtitlan, Eduardo Matos Moctezuma, FCE-Colmex, México 2006. Primera edición electrónica, 2016.
Tenochtitlan, Eduardo Matos Moctezuma, FCE-Colmex, México 2006. Primera edición electrónica, 2016.
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Por: Mauricio Coronel Guzmán, periodista y escritor. | Twitter: @MauricioCG1511.