Madre, la madre de todas las madres

«Pero, niño…, ¿qué puedes hacer tú?», dice Pelagia a su hijo Paul cuando éste le explica porqué es importante aprender y luego enseñar. Debemos saber, debemos comprender dónde está el origen de la dureza de la vida, dice a su agobiada madre.

Máximo Gorki, escritor ruso.
Máximo Gorki, escritor ruso.

Ella estaba orgullosa de su hijo, le quedaban claro las razones de la miseria de su existencia pero como madre sabía también que él no era un muchacho común y le preocupaba que su resolución de luchar contra la vida rutinaria lo dejara solo.
La madre de Máximo Gorki es una lectura indispensable, imperdible. La luz de la razón debe iluminarnos, dice Gorki. «Si queremos esclarecer a quienes están en las tinieblas, debemos poder responder a todas las preguntas, honrada y fielmente», destaca.
Pero no sólo eso. Pienso que lo más relevante está en la fuerza con la que va construyendo a los personajes, Paul es un gigante y la madre, Pelagia, es un monumento: «soy vieja y tonta pero puedo comprender lo que es bueno», dice.
Escrita 10 años antes de que estallara la revolución rusa de 1917, La madre cumple ahora en 2021, 114 años de su publicación. En este caso, una mirada al contexto nos ayuda entender la perspectiva histórica, sin embargo, su valor estético trasciende y la mantiene como un clásico de la literatura rusa. Para algunos despistados La madre es la obra maestra del realismo socialista, tendencia estética que predominó en el arte soviético. Si aludo a esos lugares comunes es precisamente para desmitificarlos.
Al triunfo de la revolución, Stalin declaró la guerra al arte burgués y propuso una nueva estética, la del realismo soviético. Gorki, con La madre, puede ser considerado un precursor. Sí, es una novela que exalta al socialismo: «Todos los proletarios son nuestros camaradas… El socialismo es nuestro hermano en espíritu…». Es una revolución de jóvenes, cuando un viejo con buen sueldo denunciaba a los agitadores decía: ¡Hay que partirles la cara! Pelagia, es una vieja, arrugada y chueca de cuarenta y tantos que tenía miedo por las actividades subversivas de Paul.
A mi parecer, y eso cada lector puede juzgar, la novela se mantiene vigente no sólo porque las condiciones socioeconómicas resulten parecidas, sino, básicamente porque en cierto punto tanto jóvenes como viejos se encuentran atrapados en un círculo de rutina, tedio y oprobio. En el proceso de ruptura, Pelagia le reprocha que siendo su madre le diga cosas horribles, asuntos que ella no entiende. Madre, le dice: Tengo que acostumbrarte. Sí, a una nueva realidad. O como su amigo Rybine: «Hay que renovar al hombre. Si tiene sarna, llévalo al baño, lávalo, ponle ropa limpia y se curará. Pero, ¿cómo limpiarlo por dentro? Esa es la cuestión».
Y, no, no se trata de una guerra entre jóvenes y viejos. Aquí damos una vuelta de tuerca Paul dice: «—No hablemos de vejez ni de juventud. Veamos, más bien, qué ideas son las más justas. Solamente la razón liberará al hombre».
La madre es una novela de ideas, Gorki no impone su visión del mundo, la confronta con la del zarismo. Sí, participó de la Revolución de Octubre, estuvo cerca de Lenin, y fue gran amigo de Tolstoi y Chéjov. Pero La madre es sobre todo una historia de transformación y esperanza. Ahí es donde mantiene su vigencia, creo.

Reseña: La madre, novela del escritor ruso Máximo Gorki,
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Mauricio Coronel Guzmán, escritor y productor editorial independiente. | Twitter: @MauricioCGuzman.