Letras para comunicar y letras para reflexionar

Amablemente, en este espacio me extendieron una invitación para reflexionar sobre los libros que de alguna manera han sido puntos de quiebre durante mi vida intelectual; por esta razón les presento estas breves líneas para que me acompañen a pensar sobre la importancia de encontrarse con aquellos textos básicos que, de una u otra forma, definen al ser y su pensamiento.


No soy un lector erudito capaz de extraer los grandes secretos de una metáfora y su entrelazamiento como forma de arte capaz de reinventar la realidad individual o tener tal impacto que modifican a toda una sociedad. De este modo, la literatura no ha sido mi fuerte; sin embargo, mi apego por la letras es fuerte y se alimenta de otras fuentes menos estilísticas, pero igualmente nutritivas e inspiradoras.

Desde muy pequeño leer el periódico fue una fuente de deleite, más por la experiencia que por los contenidos del mismo: el tacto del papel, el olor de la tinta, su diseño gráfico. Así comenzó mi interés por las letras impresas. Aunque no fue hasta años más tarde, cuando mi enorme gusto por los automóviles se vio concentrado en una especie de libro mágico en el que se concentraba todo lo que a esa edad quería saber, todas aquellas imágenes que había soñado quedaban plasmados en sus fotografías; en fin, fue como si todo mi imaginario respecto a esos objetos de cuatro rueda con propulsión propia pudiera caber en esas páginas. Lo recuerdo perfectamente, fue hace más de 15 años cuando abrí y adquirí una revista, ya extinta, 4Ruedas.

Sin duda, esta revista y la afición cultivada forjaron cierto perfil que me orientó años después a estudiar periodismo y comunicación y a su desempeño profesional. Después de varios años en el ejercicio del periodismo, me percaté de la diferencia entre éste y la comunicación. Para mí, el primero se trata sobre la difusión y la segunda apela a una comprensión de este mismo fenómeno. Una distinción que me regresa a las incertidumbres y curiosidades de tiempos pretéritos, aunque para resolverlas debieron pasar muchos años.

Habré tenido 10 años de edad cuando me percaté de que actuaba de una forma distinta frente a mis padres, los parientes, los profesores o los compañeros de escuela; estas disyuntivas generaban la agobiante necesidad, para un niño pequeño, de mantener múltiples personalidades. De nueva cuenta, en la letra escrita encontré certidumbres al respecto, sobre todo en El laberinto de la soledad y la escuela sociológica del Interaccionismo Simbólico. En el libro de Paz es una idea recurrente la necesidad del mexicano en portar máscaras, una metáfora que no logré descifrar en un contexto que alude a un México de los años cincuentas. Pero, esto cobró un poco más sentido cuando tuve el primer acercamiento al ya mencionado Interaccionismo Simbólico, corriente en la cual, sus autores sostienen que el ser en sociedad se define en función de aquellos que le rodean, al punto de renunciar a sí mismo para ser funcional y aceptado dentro de los grupos a los cuales pertenece.

Varios años después tuve la oportunidad de acercarme a libros representativos de esta vertiente microscópica y cualitativa de la sociología, con Espíritu, persona y sociedad de George Herbert Mead o La presentación de la persona en la vida cotidiana de Erving Goffman; aunque la obra definitiva que aclaró muchas de mis dudas y, que definen algunas de mis perspectivas como ser social y como investigador de los procesos sociales de comunicación, es la obra de Alfred Schütz titulada La construcción significativa del mundo social, quien sin ser un interaccionista simbólico, reflexiona desde una sociología fenomenológica sobre los procesos de comprensión social desde el punto de vista de la intersubjetividad, de la comprensión mutua entre pares y entre la sociedad y sus científicos.

Los puntos abordados en este último libro son abundantes en cantidad y calidad, por lo tanto, no es pertinente realizar una reseña de los mismos, pero cabe mencionar aquellos puntos por los cuales es un libro tan importante para mi formación intelectual y por lo cuales podría interesarles su lectura.


En primer lugar, hace referencia a una ineludible realidad del ser en sociedad: uno mismo es incapaz de conocer la experiencia de los demás, por lo tanto, la única forma más o menos predecible de acercarnos a los demás es a través del reconocimiento de nuestras propias experiencias en las de los demás. Esta es una navaja de doble filo, por un lado facilita la interacción, pero también sirve la trampa de las suposiciones y los malentendidos.

En segundo lugar, la preponderancia dada por el autor a la auto-reflexividad del individuo respecto a sus propias acciones. Para Schütz, la acción social puede analizarse, a grandes rasgos, desde un momento previo a partir de las motivaciones que le disparan y, en un estadio posterior, como los objetivos alcanzados. Estas acciones no son consideradas como un evento aislado en el trascursos de eventos de la persona, sino una instantánea más de su vida, donde el presente se consume al instante para ser pasado y el futuro son las expectativas presentes a partir de las cuales se obtiene la motivación para seguir adelante.

Y, en tercer lugar, coloca al ser social como parte indisoluble de su conjunto, no sólo de sus contemporáneos, sino también como herederos de quienes estuvieron en el pasado y estarán en el futuro. En realidad, el autor dedica poco espacio a reflexionar sobre los tiempos diferentes al presente, pues fenomenológicamente son poco relevantes e incluso inaccesibles sino a través de los artefactos. En lo personal, me plantea de forma paralela la inquietud sobre la continuidad o el quiebre con el legado.

Así pueden delinearse tres grandes áreas de atención: el tiempo, los propósitos y la identidad. Tres grandes inquietudes ante las cuales grandes mentes han reflexionado y logrado encontrar sentido y, que al seguir sus pasos, espero obtener claridad para mí mismo y mi pensamiento.

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Mtro. Fernando Gómez Castellanos, comunicador y comunicólogo, interesado en dar sentido a los pequeños detalles que dan significado a las interacciones cotidianas, sean grandes o pequeñas. Es imposible no comunicar, tanto como lo es, no intentar buscar sentido donde tal vez no lo hay. Comprender y aprender de ello es mi misión. | Twitter: @Herr_Fer