¿Qué nos llevaremos después?
Cuando se haya acabado toda la música y la sororidad de las musas esté ausente
Cuando caiga el cielo y los ríos lluevan al revés.
Todas las montañas explotarán de madrugada.
Y la tierra se abrirá sobre sus propias aras.

Cuando se haya acabado toda la música y la sororidad de las musas esté ausente
Cuando caiga el cielo y los ríos lluevan al revés.
Todas las montañas explotarán de madrugada.
Y la tierra se abrirá sobre sus propias aras.

¿Qué recordaré de este mundo después?
Qué será sino todo lo que aprendí, todo el ánimo de las personas con las que alguna vez hablé, los cosmos que vi caer en las miradas de los perdidos y las nubes rosas en una tarde clara de otoño en los cerros de mi pueblo.
O quizá nada.
Quizá el mundo solo es este y no existe un remedio para él.
Tal vez es tan antiguo y sagrado que no está permitido que crezcamos después de la muerte.
Quizá no hay nada después.
¿Y si mientras tanto todo lo que existe está vivo?
¿No vale la pena intentar sobrevivir a esta carnicería y desorden?
¿A toda la vastedad del cosmos?
¿A la infinitez de las partículas escondidas detrás de la luz en un chispazo?
¿No será también que estamos pensando todo al mismo tiempo?
Una vez soñé con un mundo encima de mi cabeza, rodando tan lento que cualquier cosa que lo perturbara sería una tragedia completa, y sobre ese mundo enorme estaban amarradas a sus tierras miles de personas, y todos hablaban y cantaban, corrían y bailaban a un ritmo rapidísimo.
No había orden de cerca, era un chiste y una sarta de colisiones y calumnias, de otredades y arte sin interpretar entre tanta naturaleza.
Qué será sino todo lo que aprendí, todo el ánimo de las personas con las que alguna vez hablé, los cosmos que vi caer en las miradas de los perdidos y las nubes rosas en una tarde clara de otoño en los cerros de mi pueblo.
O quizá nada.
Quizá el mundo solo es este y no existe un remedio para él.
Tal vez es tan antiguo y sagrado que no está permitido que crezcamos después de la muerte.
Quizá no hay nada después.
¿Y si mientras tanto todo lo que existe está vivo?
¿No vale la pena intentar sobrevivir a esta carnicería y desorden?
¿A toda la vastedad del cosmos?
¿A la infinitez de las partículas escondidas detrás de la luz en un chispazo?
¿No será también que estamos pensando todo al mismo tiempo?
Una vez soñé con un mundo encima de mi cabeza, rodando tan lento que cualquier cosa que lo perturbara sería una tragedia completa, y sobre ese mundo enorme estaban amarradas a sus tierras miles de personas, y todos hablaban y cantaban, corrían y bailaban a un ritmo rapidísimo.
No había orden de cerca, era un chiste y una sarta de colisiones y calumnias, de otredades y arte sin interpretar entre tanta naturaleza.
Pero de lejos era una tragedia, era Atlas sufriendo con su propio mundo a cuestas mientras Sísifo luchaba por encontrar sentido a una tarea eterna.
Era ese sueño el fuego del mundo primitivo.
Era ese sueño el fuego del mundo primitivo.
¿Qué nos llevaremos después, cuando no haya Dios a quien orar?
¿Cuándo estemos sobre una cruz enorme y busquemos el consuelo en nuestro Dios que desaparece con nuestra vida?
Miraremos al cielo gritando: «Padre, ¿Por qué nos has abandonado?».
Y quizá allí oigamos el rugir de la Fe.
¿Y si dejamos flores?
¿Y si sembramos vida y arboles?
Todo el tiempo es el mismo tiempo aquí.
Toda tarea es la misma tarea aquí.
¿Por qué desperdiciarnos entonces? ¿Por qué dejarnos de lado?
¿No será mejor dejar flores, no será mejor dejar cantos?
Después de todo, la única memoria que nos queda será la nuestra, y de eso no hay salida.
Miraremos al cielo gritando: «Padre, ¿Por qué nos has abandonado?».
Y quizá allí oigamos el rugir de la Fe.
¿Y si dejamos flores?
¿Y si sembramos vida y arboles?
Todo el tiempo es el mismo tiempo aquí.
Toda tarea es la misma tarea aquí.
¿Por qué desperdiciarnos entonces? ¿Por qué dejarnos de lado?
¿No será mejor dejar flores, no será mejor dejar cantos?
Después de todo, la única memoria que nos queda será la nuestra, y de eso no hay salida.
Todo es vanidad después del ego, y este mundo también lo es.
Somos parte de la flama que arde tan fuerte que, efímera, se apaga.
Y a la vez todo el tiempo pasa al mismo tiempo.
Somos parte de la flama que arde tan fuerte que, efímera, se apaga.
Y a la vez todo el tiempo pasa al mismo tiempo.
¿Qué me llevaré después?
Quizá nada, pero habré dejado al menos un canto, al menos una frase, al menos una palabra que sea llevada a todo el tiempo y que sea leída.
Al menos eso, al menos poco o al menos nada.
Jaime Ciprés Cabrera, escritor y psicólogo. Instagram: cc_666.
Quizá nada, pero habré dejado al menos un canto, al menos una frase, al menos una palabra que sea llevada a todo el tiempo y que sea leída.
Al menos eso, al menos poco o al menos nada.
Jaime Ciprés Cabrera, escritor y psicólogo. Instagram: cc_666.