Voces sobre el 68, ruptura con el autoritarismo


El Movimiento Estudiantil mexicano de 1968 expuso el régimen dictatorial prevaleciente, que en dicho periodo, recaía en el presidente Gustavo Díaz Ordaz y en el secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez. Lo acontecido en México tuvo semejanzas con los movimientos mundiales, por ejemplo, los de Francia, Praga, Berlín, Tokio, Brasil, EE.UU, etc., sin embargo, lo sucedido la noche del 2 de octubre en La Plaza de las Tres Culturas, la masacre estudiantil de Tlatelolco, no tuvo igual en la globalidad.
Sobre el Movimiento Estudiantil, a continuación se presentan dos obras que intentan dar un panorama sobre lo que fue ese terrible acontecimiento, claro, desde diversas narrativas. La mejor opinión siempre será del lector.
 

Voces y narrativas sobre el Movimiento Estudiantil

El movimiento en México terminó de forma trágica aquella noche del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. Dicho episodio significó una de las más atroces matanzas del país, realizada bajo las órdenes del presidente en turno: Gustavo Díaz Ordaz. Pensar el 68 (Cal y Arena, 1988) es una obra polifónica, donde diversos intelectuales dan su punto de vista, entre ellos, Octavio Paz y Carlos Fuentes

Pensar el 68, Ediciones Cal y Arena, 1988.
Pensar el 68, Ediciones Cal y Arena, 1988.

El Premio Nobel y autor de El laberinto de la Soledad, Octavio Paz considera que el Movimiento Estudiantil tuvo afinidad con sus homólogos de occidente, sobre todo, con los de Europa Oriental. No iba contra el imperialismo yanqui o la burocracia comunista, sino contra el régimen priista, fue democrático y se quería una reforma: «acabar con el régimen iniciado por el PRI. Democratización, es lo que resumía el Movimiento». Carlos Fuentes, autor de Aura, coincide al señalar que el movimiento mexicano del 68 demandaba democracia y que «proviene de una matriz más nacional que internacional».
Por su parte, Carlos Monsiváis ve en la juventud motivaciones éticas, ansiedad de participación cívica, hambre de modernidad política. Ante el Movimiento Estudiantil, que cada día tomaba más fuerza, el régimen simplemente no estuvo preparado para la existencia de ciudadanos, no concebía la ciudadanía, le era en sí misma una idea subversiva.
Uno de los principales líderes del movimiento, Gilberto Guevara Niebla, afirmó que el movimiento no fue político, pues faltó una fuerza política para conducirlo. Más bien fue reivindicativo y en ese sentido apolítico.
Uno de los argumentos del gobierno mexicano, ante los resultados de la noche del 2 de octubre, fue decir que el movimiento estudiantil fue fraguado por fuerzas extranjeras, que podría ser la CIA o comunistas. Ante ello, el teórico Herbert Braun indica que el presidente busca el pretexto de la amenaza extranjera para salvar a México y «ridiculiza a esos miles de mexicanos que salieron a la calle», en vez de glorificar al país, «pinta a su juventud como unos entes pasivos que se dejan llevar fácilmente por unos pocos extranjeros».
Hugo Hiriart, considera que el autoritarismo paternal es un acto que se maneja en los sistemas de gobierno autoritarios, como el fascismo y el nazismo. No cuesta trabajo suponer en que México sucede algo similar, sólo que a través de la pantalla de la democracia. Una de las consignas del movimiento del 68 fue ir contra el autoritarismo del gobierno, develó su sistema opresor y su falta de diálogo con la ciudadanía.

Vengar el 68, La plaza de Luis Spota 

La segunda obra que sugiero es La plaza, de Luis Spota. Esta novela está construida con elementos de ficción y fragmentos de autores que escribieron sobre el Movimiento Estudiantil mexicano de 1968, como Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska. La versión que planteó la novela no agradó a los intelectuales y escritores de dicha generación por lo que exigieron que se reescribiera. 

La plaza, de Luis Spota.
La plaza, de Luis Spota.

Esta obra expone una versión distinta sobre lo acontecido aquella noche del 2 de octubre. Además, da al gobierno mexicano la posibilidad de excusarse de su responsabilidad y refuerza el argumento que señala que las acciones emprendidas por el ejército fueron con la finalidad de mantener la paz, ya dicho movimiento, consideró el Estado, fue creado por extranjeros, por la CIA o por comunistas.
La obra trata sobre la venganza de Domingo, un padre de familia que perdió a su hija Mina aquella noche de masacre en Tlatelolco ejecutada por el Escuadrón Olimpia. Para consumar su propósito, junta a un grupo de personas que atraviesan una situación similar, la finalidad es secuestrar y juzgar al político que dio la orden para detener el Movimiento a cualquier costa.
La trama muestra a Mina es una joven de 18 años, activista y bohemia, impregna de la ideología del movimiento de liberación feminista. Ella enfrente a su padre y le hace ver que son tiempos de cambio. Domingo, en un momento reflexivo de la obra, menciona, «Escucho una voz: la cólera de los jóvenes está justificada. Nos rehusamos a admitir que, así como nosotros creamos nuestro mundo, ellos tienen derecho a intentar el suyo».
La novela muestra a la juventud de clase media mexicana enfrentarse al sistema dictatorial del Estado, también, señala la frivolidad de dicha posición social. Los personajes se mantienen al tanto de lo que acontece en México y el extranjero en dicho periodo, donde el mundo se encuentra divido ideológicamente por la llamada Guerra Fría.

Ernesto Zisniega (@ezetaefe). Soy periodista, con fuerte pulsión al ensayo. Ejerzo, también, el oficio de creativo publicitario... Me apasiona el cine y la literatura.